-Y nunca más
volví a preguntarte. Ni a esperarte. Ni tampoco volvimos a hablar. Porque
callar ya es decir demasiado.
-En sus días
raros construyó una escalera junto al borde del vaso para que pudiera tener dos
opciones. Pronto olvidó lo que era ahogarse.
-Cansado de ser
el títere de todas sus decisiones, cortó los hilos, abrió la puerta y con un
adiós inició su propia función.
-Entre echarle
valor, hoy. Y echarle de menos, el resto de la vida. Decidió echar a volar. Un
“te quiero”. Muy a tiempo.
-Y así, de
repente te olvidé. No volví a buscarte, simplemente te dejé escapar. Porque a
veces volver no va a ninguna parte.
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