-Le vendió tardes sin reloj, sueños sin despertador, trenes
sin vuelta, barcos sin papel, castillos sin aire. Y así la conquistó.
-Envejecieron dividiéndolo todo entre dos, incluso los años.
Y así vivían. La mitad de viejos. El doble de jóvenes.
-Caminaban siempre de la mano por si en uno de los pasos, uno
de los dos se abría camino, que pudieran irse juntos.
-Cada mañana cogía su mano y le enseñaba que la tierra era
redonda para recordarle que todo debía volver, incluso ella.
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