-Ella no soportaba sus
defectos. A él le desquiciaban sus manías. Estaban locos el uno por el otro.
-Me quieres mucho, ¿verdad?-
-A besos sí. A veces no.-
-A escondidas solía meterle
caramelos en los bolsillos para que nunca se olvidara de sacar el niño que
llevaba dentro.
-Como no sabía hacer feliz,
le hacía enfadar. Y así, sin saberlo, cada día conseguía las dos cosas.
-Me dueles…Y mucho.
-Me quieres. Y mucho más.
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